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Item: Concedemos a los dichos vecinos e pobladores que les sean dados por vos los solares y tierras convenientes a sus personas, conforme a lo que se ha hecho e hace en la dicha Isla Espanola; e ansimismo os daremos poder para que en nuestro nombre, durante el tiempo de vuestra gobernacion, hagais la encomienda de los indios de la dicha tierra, guardando en ella las instrucciones e ordenanzas que vos seran dadas.

Item: A suplicacion vuestra hacemos nuestro piloto mayor de la mar del Sur a Bartolome Ruiz, con setenta y cinco mill maravedis de salario en cada un ano, pagados de la renta de la dicha tierra, de los cuales ha de gozar desde el dia que le fuere entregado el t.i.tulo que de ello le mandaremos dar, e en las espaldas se asentara el juramento e solenidad que ha de hacer ante vos, e otorgado ante escribano. Asimismo daremos t.i.tulo de escribano de numero e del consejo de la dicha ciudad de Tumbes, a un hijo de dicho Bartolome Ruiz, siendo habil e suficiente para ello.

Otrosi: Somos contentos e nos place que vos el dicho capitan Pizarro, cuanto nuestra merced e voluntad fuere, tengais la gobernacion e administracion de los indios de la nuestra isla de Flores, que es cerca de Panama, e goceis para vos e para quien vos quisieredes, de todos los aprovechamientos que hobiere en la dicha isla, asi de tierras como de solares, e montes, e arboles, e mineros, e pesqueria de perlas, con tante que seais obligado por razon de ello a dar a nos e a los nuestros oficiales de Castilla del Oro en cada un ano de los que ansi fuere nuestra voluntad que vos la tengais, ducientos mill maravedis, e mas el quinto de todo el oro e perlas que en cualquier manera e por cualesquier personas se sacare en la dicha isla de Flores, sin descuento alguno, con tanto que los dichos indios de la dicha isla de Flores no los podais ocupar en la pesqueria de las perlas, ni en las minas del oro, ni en otros metales, sino en las otras granjerias e aprovechamientos de la dicha tierra, para provision e mantenimiento de la dicha vuestra armada, e de las que adelante obieredes de hacer para la dicha tierra; e permitimos que si vos el dicho Francisco Pizarro llegado a Castilla del Oro, dentro de dos meses luego siguientes, declarades ante el dicho nuestro gobernador e juez de residencia que alli estuviere, que no vos querais encargar de la dicha isla de Flores, que en tal caso no seais tenudo e obligado a nos pagar por razon de ello las dichas ducientas mill maravedis, e que se quede para nos la dicha isla, como agora la tenemos.

Item: Acatando lo mucho que han servido en el dicho viaje e descubrimiento Bartolome Ruiz, Cristoval de Peralta, e Pedro de Candia, e Domingo de Soria Luce, e Nicolas de Ribera, e Francisco de Cuellar, e Alonso de Molina, e Pedro Alcon, e Garcia de Jerez, e Anton de Carrion, e Alonso Briceno, e Martin de Paz, e Joan de la Torre, e porque vos me los suplicasteis e pedistes por merced, es nuestra merced e voluntad de les hacer merced, como por la presente vos la hacemos a los que de ellos no son idalgos, que sean idalgos notorios de solar conocido en aquellas partes, e que en ellas e en todas las nuestras Indias, islas y tierra firme del mar Oceano, gocen de las preeminencias e libertades, e otras cosas de que gozan, y deben ser guardadas a los hijosdalgo notorios de solar conocido dentro nuestros reinos, e a los que de los susodichos son idalgos, que sean caballeros de espuelas doradas, dando primero la informacion que en tal caso se requiere.

Item: Vos hacemos merced de veinte y cinco veguas e otros tantos caballos de los que nos tenemos en la isla de Jamaica, e no las abiendo cuando las pidieredes, no se mos tenudos al precio de ellas, ni de otra cosa por razon de ellas.

Otrosi: Os hacemos merced de trescientos mill maravedis pagados en Castilla del Oro para el artilleria e municion que habeis de llevar a la dicha provincia del Peru, llevando fe de los nuestros oficiales de la casa de Sevilla de las cosas que ansi comprastes, e de lo que vos costo contando el interese e cambio de ello, e mas os hare merced de otros ducientos ducados pagados en Castilla del Oro para ayuda al acarreto de la dicha artilleria e municiones e otras cosas vuestras desde el Nombre de Dios so la dicha mar del Sur.

Otrosi: Vos daremos licencia, como por la presente vos la damos, para que destos nuestros reinos, e del reino de Portugal e islas de Cabo Verde, e dende, vos, e quien vuestro poder hubiere, quisieredes e por bien tuvieredes, podais pasar e paseis a la dicha tierra de vuestra gobernacion cincuenta esclavos negros en que haya a lo menos el tercio de hembras, libres de todos derechos a nos pertenecientes, con tanto que si los dejaredes e parte de ellos en la isla Espanola, San Joan, Cuba, Santiago e en Castilla del Oro, e en otra parte alguna los que de ellos ansi dejaredes, sean perdidos e aplicados, e por la presente los aplicamos a nuestra camara e fisco.

Otrosi: Que hacemos merced y limosna al hospital que se hiciese en la dicha tierra, para ayuda al remedio de los pobres que alla fueren, de cien mill maravedis librados en las penas aplicadas de la camara de la dicha tierra. Ansimismo a vuestro pedimento e consentimiento de los primeros pobladores de la dicha tierra, decimos que haremos merced, como por la presente la hacemos, a los hospitales de la dicha tierra de los derechos de la escubilla e relaves que hubiere en las fundiciones que en ella se hicieren, e de ello mandaremos dar nuestra provision en forma.

Otrosi: Decimos que mandaremos, e por la presente mandamos, que hayan e residan en la ciudad de Panama, e donde vos fuere mandado, un carpintero e un calafate, e cada uno de ellos tenga de salario treinta mill maravedis en cada un ano dende que comenzaren a residir en la dicha ciudad, o donde, como dicho es, vos les mandaredes; a los cuales les mandaremos pagar por los nuestros oficiales de la dicha tierra de vuestra gobernacion cuando nuestra merced y voluntad fuere.

Item: Que vos mandaremos dar nuestra provision en forma para que en la dicha costa del mar del Sur podais tomar cualesquier navios que hub eredes menester, de consentimiento de sus duenos, para los viajes que hobieredes de hacer a la dicha tierra, pagando a los duenos de los tales navios el flete que justo sea, no embargante que otras personas los tengan fletados para otras partes.

Ansimismo que mandaremos, e por la presente mandamos e defendemos, que destos nuestros reinos no vayan ni pasen a las dichas tierras ningunas personas de las prohibidas que no puedan pasar a aquellas partes, so las penas contenidas en las leyes e ordenanzas e cartas nuestras, que cerca de esto por nos e por los reyes catolicos estan dadas; ni letrados ni procuradores para usar de sus oficios.

Lo cual que dicho es, e cada cosa e parte de ello vos concedemos, con tanto que vos el dicho capitan Pizarro seais tenudo e obligado de salir destos nuestros reinos con los navios e aparejos e mantenimientos e otras cosas que fueren menester para el dicho viaje y poblacion, con ducientos e cincuenta hombres, los ciento y cincuenta destos nuestros reinos e otras partes no prohibidas, e los ciento restantes podais llevan de las islas e tierra firme del mar Oceano, con tanto que de la dicha tierra firme llamada Castilla del Oro no saqueis mas de veinte hombres, sino fuere de los que en el primero e segundo viaje que vos hicisteis a la dicha tierra del Peru se hallaron con vos, porque a estos damos licencia que puedan ir con vos libremente; lo cual hayais de c.u.mplir desde el dia de la data de esta hasta seis meses primeros siguientes: allegado a la dicha Castilla del Oro, e allegado a Panama, seais tenudo de pro seguir el dicho viaje, e hacer el dicho descubrimiento e poblacion dentr de otros seis meses luego siguientes.

Item: Con condicion que cuando salieredes destos nuestros reinos e llegaredes a las dichas provincias del Peru hayais de llevar y tener con vos a los oficiales de nuestra hacienda, que por nos estan e fueren nom brados; e asimismo las personas religiosas o eclesiasticas que por nos seran senaladas para instruccion de los indios e naturales de aquella provincia a nuestra santa fe catolica, con cuyo parecer e no sin ellos habeis de hacer la conquista, descubrimiento e poblacion de la dicha tierra, a los cuales religiosos habeis de dar e pagar el flete e matalotaje, e los otros mantenimientos necesarios conforme a sus personas, todo a vuestra costa, sin por ello les llevar cosa alguna durante la dicha navegacion, lo cual mucho vos lo encargamos que ansi hagais e c.u.mplais, como cosa de servicio de Dios e nuestro, porque de lo contrario nos terniamos de vos por deservidos.

Otrosi: Con condicion que en la dicha pacificacion, conquista y poblacion e tratamiento de dichos indios en sus personas y bienes, seais tenudos e obligados de guardar en todo e por todo lo contenido en las or denanzas e instrucciones que para esto tenemos fechas, e se hicieren, e vos seran dadas en la nuestra carta e provision que vos mandaremos dar para la encomienda de los dichos indios. E c.u.mpliendo vos el dicho capitan Francisco Pizarro lo contenido en este asiento, en todo lo que a vos toca e inc.u.mbe de guardar e c.u.mplir, prometemos, e vos aseguramos por nuestra palabra real que agora e de aqui adelante vos mandaremos guardar e vos sera guardado todo lo que ansi vos concedemos, e facemos merced, a vos e a los pobladores e tratantes en la dicha tierra; e para ejecucion y c.u.mplimiento dello, vos mandaremos dar nuestras cartas e provisiones particulares que convengan e menester sean, obligandoos vos el dicho capitan Pizarro primeramente ante escribano publico de guardar e c.u.mplir lo contenido en este asiento que a vos toca como dicho es. Fecha en Toledo a 26 de jullio de 1529 anos. - Yo La Reina - Por mandado de S. M. - Juan Vazquez.

No. VIII

Contemporary Accounts Of Atahuallpa's Seizure.

[As the seizure of the Inca was one of the most memorable, as well as foulest, transactions of the Conquest, I have thought it might be well to put on record the testimony, fortunately in my possession, of several of the parties present on the occasion.]

Relacion del Primer Descubrimiento de la Costa y Mar del Sur, Ms.

A la hora de las cuatro comienzan a caminar por su calzada adelante derecho a donde nosotros estabamos, y a las cinco o poco mas llego a la puerta de la ciudad, quedando todos los campos cubiertos de gente, y asi comenzaron a entrar por la plaza hasta trescientos hombres como mozos despuelas con sus arcos y flechas en las manos, cantando un cantar no nada gracioso para los que lo oyamos, antes espantoso porque parecia cosa infernal, y dieron una vuelta a aquella mezquita amagando al suelo con las manos a limpiar lo que por el estaba, de lo cual habia poca necesidad, porque los del pueblo le tenian bien barrido para cuando entrase.

Acabada de dar su vuelta pararon todos juntos, y entro otro escuadron de hasta mil hombres con picas sin yerros tostadas las puntas, todos de una librea de colores, digo que la de los primeros era blanca y colorada, como las casas de un axedrez.

Entrado el segundo escuadron entro el tercero de otra librea, todos con martillos en las manos de cobre y plata, que es una arma que ellos tienen, y ansi desta manera entraron en la dicha plaza muchos Senores princ.i.p.ales que venian en medio de los delanteros y de la persona de Atabalipa. Detras destos en una litera muy rica, los cabos de los maderos cubiertos de plata, venia la persona de Atabalipa, la cual traian ochenta Senores en hombros todos vestidos de una librea azul muy rica, y el vestido su persona muy ricamente con su corona en la cabeza, y al cuello un collar de esmeraldas grandes y sentado en la litera en una silla muy pequena con un c.o.xin muy rico. En llegando al medio de la plaza paro, llevando descubierto el medio cuerpo de fuera; y toda la gente de guerra que estaba en la plaza le tenian en medio, estando dentro hasta seis o siete mil hombres. Como el vio que ninguna persona salia a el, ni parecia, tubo creido, y asi lo confeso el despues de preso, que nos habiamos escondido de miedo de ver su poder; y dio una voz y dixo: Donde estan estos?

A la cual salio del aposento del dicho Gobernador Pizarro el Padre Fray Vicente de Valverde de la orden de los Predicadores, que despues fue obispo de aquella tierra con la bribia en la mano y con el una lengua, y asi juntos llegaron por entre la gente a poder hablar con Atabalipa, al cual le comenzo a decir cosas de la sagrada escriptura, y que nuestro Senor Jesu-Christo mandaba que entre los suyos no hubiese guerra, ni discordia, sino todo paz, y que el en su nombre ansi se lo pedia y requeria; pues habia quedado de tratar della el dia antes, y de venir solo sin gente de guerra. A las cuales palabras y otras muchas que el Frayle le dixo, el estubo callando sin volver respuesta; y tornandole a decir que mirase lo que Dios mandaba, lo cual estaba en aquel libro que llevaba en la mano escripto, admirandose a mi parecer mas de la escriptura, que de lo escripto en ella: le pidio el libro, y le abrio y ojeo, mirando el molde y la orden del, y despues de visto, le arrojo por entre la gente con mucha ira, el rostro muy encarnizado, diciendo: Decildes a esos, que vengan aca, que no pasare de aqui hasta que me den cuenta y satisf.a.gan y paguen lo que han hecho en la tierra. Visto esto por el Frayle y lo poco que aprovechaban sus palabras, tomo su libro, y abajo su cabeza, y fuese para donde estaba el dicho Pizarro, casi corriendo, y dijole: No veis lo que pasa: para que estais en comedimientos y requerimientos con este perro lleno de soberbia, que vienen los campos llenos de Indios? Salid a el, - que yo os absuelvo. Y ansi acabadas de decir estas palabras que fue todo en un instante, tocan las trompetas, y parte de su posada con toda la gente de pie, que con el estaba, diciendo: Santiago a ellos; y asi salimos todos a aquella voz a una, porque todas aquellas casas que salian a la plaza tenian muchas puertas, y parece que se habian fecho a aquel proposito. En arremetiendo los de caballo y rompiendo por ellos todo fue uno, que sin matar sino solo un negro de nuestra parte, fueron todos desbaratados y Atabalipa preso, y la gente puesta en huida, aunque no pudieron huir del tropel, porque la puerta por do habian entrado era pequena y con la turbacion no podian salir, y visto los traseros cuan lejos tenian la ac.o.xida y remedio de huir, arrimaronse dos o tres mil dellos a un lienso de pared, y dieron con el a tierra el cual salia al campo porque por aquella parte no habia casas y ansi tubieron camino ancho para huir; y los escuadrones de gente que habian quedado en el campo sin entrar en el pueblo, como vieron huir y dar alaridos, los mas dellos fueron desbaratados y se pusieron en huida, que era cosa harto de ver, que un valle de cuatro o cinco leguas todo iba cuaxado de gente. En este vino la noche muy presto, y la gente se recogio, y Atabalipa se puso en una casa de piedra, que era el templo del sol, y asi se paso aquella noche con grand regocijo y placer de la vitoria que nuestro Senor nos habia dado, poniendo mucho recabdo en hacer guardia a la persona de Atabalipa para que no volviesen a tomarnosle. Cierto fue permision de Dios y grand acertamiento guiado por su mano, porque si este dia no se prendiera, con la soberbia que trahia, aquella noche fueramos todos asolados por ser tan pocos, como tengo dicho, y ellos tantos.

Pedro Pizarro, Descubrimiento y Conquista de los Reynos del Peru, Ms.

Pues despues de aver comido, que acavaria a hora de missa mayor, enpeco a levantar su gente y a venirse hazia Caxamalca. Hechos sus esquadrones, que cubrian los campos, y el metido en vnas andas enpeco a caminar, viniendo delante del dos mil yndios que le barrian el camino por donde venia caminando, y la gente de guerra la mitad de vn lado y la mitad de otro por los campos sin entrar en camino: traia ansi mesmo al senor de Chincha consigo en vnas andas, que parescia a los suyos cossa de admiracion, porque ningun yndio, por senor princ.i.p.al que fuese, avia de parescer delante del sino fuese con vna carga a cuestas y descalzo: pues hera tanta la pateneria que traian d' oro y plata, que hera cossa estrana lo que reluzia con el sol: venian ansi mesmo delante de Atabalipa muchos yndios cantando y danzando. Tardose ste senor en andar esta media legua que ay dende los banos a donde el estava hasta Caxamalca, dende ora de missa mayor, como digo, hasta tres oras antes que anochesciese. Pues llegada la gente a la puerta de la plaza, enpe caron a entrar los esquadrones con grandes cantares, y ansi entrando ocuparon toda la plaza por todas partes. Visto el marquez don Francisco Picarro que Atabalipa venia ya junto a la plaza, embio al padre fr. Vicente de Balverde primero obispo del Cuzco, y a Hernando de Aldana vn buen soldado, y a don Martinillo lengua, que fuesen a hablar a Atabalipa y a requerille de parte de dios y del Rey se subjetase a la ley de nuestro Senor Jesucristo y al servicio de S. Mag., y que el Marquez le tendria en lugar de hermano, y no consintiria le hiziesen enojo ni dano en su tierra. Pues llegado que fue el padre a las andas donde Atabalipa venia, le hablo y le dixo a lo que yva, y le predico cossas de nuestra sancta ffee, declarandoselas la lengua. Llevava el padre vn breviario en las manos donde leya lo que le predicaba: el Atabalipa se lo pidio, y el cerrado se lo dio, y como le tuvo en las manos y no supo abrille arrojole al suelo. Llamo al Aldana que se llegase a el y le diese la espada, y el Aldana la saco y se la mostro, pero no se la quiso dar. Pues pasado lo dicho, el Atabalipa les dixo que se fuesen para Vellacos ladrones, y que los avia de matar a todos. Pues oydo esto, el padre se bolvio y conto al marquez lo que le avia pasado; y el Atabalipa entro en la plaza con todo su trono que traya, y el senor de Chincha tras del. Desque ovieron entrado y vieron que no parescia espanol ninguno, pregunto a sus capitanes, Donde estan estos cristianos que no parescen? Ellos le dixeron, Senor, estan escondidos de miedo. Pues visto el marquez don Francisco Picarro las dos andas, no conosciendo qual hera la de Atabalipa, mando a Joan Picarro su hermano fuese con los peones que tenia a la vna, y el yria a la otra. Pues mandado esto, hizieron la sena al Candia, el qual solto el tiro, y en soltandolo tocaron las trompetas, y salieron los de acavallo de tropel, y el marquez con los de a pie, como esta dicho, tras dellos, de manera que con el estruendo del tiro y las trompetas y el tropel de los cavallos con los cascaveles los yndios se embararon y se cortaron. Los espanoles dieron en ellos y empecaron a matar, y fue tanto el miedo que los yndios ovieron, que por huir, no pudiendo salir por la puerta, derribaron vn lienzo de vna pared de la cerca de la plaza de largo de mas de dos mil pa.s.sos y de alto de mas de vn estado. Los de acavallo fueron en su seguimiento hasta los banos, donde hizieron grande estrago, y hizieran mas sino les anochesciera. Pues bolviendo a don Francisco Picarro y a su hermano, salieron, como estava dicho, con la gente de a pie: el marquez fue a dar con las andas de Atabalipa, y el hermano con el senor de Chincha, al qual mataron alli en las andas; y lo mismo fuera del Atabalipa sino se hallara el marquez alli, porque no podian derivalle de las andas, que aunque matavan los yndios que las tenian, se metian luego otros de Reffresco a sustentallas, y desta manera estuvieron vn gran rrato fforcejando y matando indios, y de cansados vn espanol tiro vna cuchillada para matalle, y el marquez don Francisco Picarro se la rreparo, y del rreparo le hinio en la mano al marquez el espanol, queriendo dar al Atabalipa, a cuya caussa el marquez dio bozes diciendo: Nadie hiera al indio so pena de la vida. Entendido esto, aguijaron siete o ocho espanoles y asieron de vn bordo de las andas y haziendo fuerca las trastornaron a vn lado, y ansi fue preso el Atabalipa, y el marquez le llevo a su aposento, y alli le puso guardas que le guardavan de dia y de noche. Pues venida la noche, los espanoles se rec.o.xieron todos y dieron muchas gracias a nuestro senor por las Mercedes que les avia hecho, y muy contentos en tener presso al senor, porque a no prendelle no se ganara la tierra como se gano.

Carta de Hernando Pizarro, ap. Oviedo, Historia General de las Indias, Ms., lib. 46, cap. 15.

Venia en unas handas, e delante de el hasta trecientos o cuatrocientos Yndios con Camisetas de librea limpiando las pajas del camino, e cantando, e el en medio de la otra gente que eran Caciques e princ.i.p.ales, e los mas princ.i.p.ales Caciques le traian en los hombros; e entrando en la Plaza subieron doce o quince Yndios en una fortaleza que alli estaba, e tomaronla a manera de posesion con vandera puesta en una lanza: entrando hasta la mitad de la Plaza reparo alli: e salio un Fraile Dominico que estaba con el Gobernador a hablarle de su parte, que el Gobernador le esperaba en su aposento, que le fuese a hablar, e dijole como era Sacerdote, e que era embiado por el Emperador para que le ensenase las cosas de la fe si quisiesen ser Cristianos, e mostroles un libro que llevaba en las manos, e dijole que aquel libro era de las cosas de Dios; e el Atabaliva pidio el libro, e arrojole en el suelo e dijo: Yo no pasare de aqui hasta que me deis todo lo que habeis tomado en mi tierra, que yo bien se quien sois vosotros, y en lo que andais: e levantose en las andas, e hablo a su gente, e obo murmullo entre ellos llamando a la gente que tenian las armas: e el fraile fue al Gobernador e dijole que que hacia, que ya no estaba la cosa en tiempo de esperar mas: el Gobernador me lo embio a decir: yo tenia concertado con el Capitan de la artilleria, que haciendole una sena disparasen los tiros, e con la gente que oyendolos saliesen todos a un tiempo; e como asi se hizo e como los Yndios estaban sin armas fueron desbaratados sin peligro de ningun Cristiano. Los que traian las andas, e los Caciques que venian al rededor del, nunca lo desampararon hasta que todos murieron al rededor del: el Gobernador salio e tomo a Atabaliva, e por defenderle le dio un cristiano una cuchillada en una mano. La gente siguio el alcance hasta donde estaban laos Yndios con armas; no se hallo en ellos resistencia alguna, porque ya era recogieronse todos al Pueblo donde el Gobernador quedaba.

No. IX

Account Of The Personal Habits Of Atahuallpa; Extracted From The Ms. Of Pedro Pizarro.

[This minute account of the appearance and habits of the captive Inca is of the most authentic character, coming, as it does, from the pen of one who had the best opportunities of personal observation, during the monarch's imprisonment by his Conquerors.

Pizarro's Ms. is among those recently given to the world by the learned Academicians Salva and Baranda.]

Este Atabalipa ya dicho hera indio bien dispuesto, de buena persona, de medianas carnes, no grueso demasiado, hermosso de Rostro y grave en el, los ojos encarnizados, muy temido de los suyos. (Acuerdome que el Senor de Guaylas le pidio licencia para yr a ver su tierra, y se la dio, dandole tiempo en que fuese y viniese limitado. Tardose algo mas, y cuando bolvio, estando yo presente, llego con vn presente de fruta de la tierra, y llegado que fue a su presencia empeco a temblar en tanta manera que no se podia tener en los pies. El Atabalipa alco la caveza vn poquito y sonrriendose le hizo sena que se ffuese.) Quando le sacaron a matar, toda la gente que avia en la plaza de los naturales, que avia harto, se prostraron por tierra, dexandose caer en el suelo como Borrachos. Este indio se servia de sus mugeres por la horden que tengo ya dicha, sirviendole vna hermana diez dias o ocho con mucha cantidad de hijas de senores que a estas hermanas servian, mudandose de ocho a ocho dias. Estas estavan siempre con el para serville, que yudio no entrava dond' el estava. Tenia muchos caciques consigo: estos estavan afuera en vn patio, y en llamando alguno entrava descalzo y donde el estava; y si venia de fuera parte, avia de entrar descalzo y cargado con vna carga; y quando su capitan Challicuchima vino con Hernando Picarro y le entro a ver, entro asi como digo con vna carga y descalzo y se hecho a sus pies, y llorando se los beso. El Atabalipa con Rostro sereno le dixo: Seas bien venido alli, Challicuchima; queriendo dezir, Seas bien venido, Challicuchima. Este yndio se ponia en la caveza vnos llautos que son vnas trencas hechas de lanas de colores, de grosor de medio dedo y de anchor de vno, hecho desto vna manera de corona y no con puntas, sino redonda, de anchor de vna mano, que encaxava en la caveza, y en la frente vna borla cossida en este llauto, de anchor de vna mano, poco mas, de lana muy ffina de grana, cortada muy ygual, metida por vno canut.i.tos de oro muy sotilmente hasta la mitad: esta lana hera hilada, y de los canutos abaxo destorcida, que hera lo que caya en la frente; que los canutillos de oro hera quanto tomavan todo el llauto ya dicho. Cayale esta borla hasta encima de las cejas, de vn dedo de grosor, que le tomava toda la frente; y todos estos senores andavan tresquilados y los orejones conio a sobre peine. Vestian Ropa muy delgada y muy blanda ellos y sus hermanas que tenian por mugeres, y sus deudos, orejones princ.i.p.ales, que se la davan los senores, y todos los demas vestian Ropa basta. Poniase este senor la manta por encima de la caveca y atabasela debajo de la barva, tapandose las orejas: esto traia el por tapar vna oreja que tenia rompida, que quando le prendieron los de Guascar se la quebraron. Bestiase este senor Ropas muy delicadas. Estando vn dia comiendo, questas senoras ya dichas le llevavan la comida y se la ponian delante en vnos juncos verdes muy delgados y pequenos, estaba sentado este senor en vn duo de madera de altor de poco mas de un palmo: este duo hera de madera colorada muy linda, y tenianle siempre tapado con vna manta muy delgada, aunque stuviese el sentado en el: estos juncos ya dichos le tendian siempre delante quando queria comer, y alli le ponian todos los manjares en oro, plata y Barro, y el que a el apetescia senalava se lo truxesen, y tomandolo vna senora destas dichas se lo tenia en la mano mientras comia. Pues estando vn dia desta manera comiendo y yo presente, llevando vna tajada del manjar a la boca le cayo vna gota en el vestido que tenia puesto, y dando de mano a la yndia se levanto y se entro a su aposento a vestir otro vestido, y buelto saco ves tido vna camiseta y vna manta (pardo escuro). Llegandome yo pues a el le tente la manta que hera mas blanda que seda, y dixele: Ynga, de que es este vestido tan blando? El me dixo, Es de vnos pajaros que andan de noche en Puerto Viejo y en Tumbez, que muerden a los indios. Venido a aclara.r.s.e dixo, que hera de pelo de murcielagos. Diziendole, que de donde se podria juntar tanto murcielago? dixo, Aquellos perros de Tumbez y Puerto Viejo que avian de hazer sino tomar destos para hazer Ropa a mi padre? Y es ansi questos murcielagos de aquellas partes muerden de noche a los indios y a espanoles y a cavallos, y sacan tanta sangre ques cossa de misterio, y ansi se averiguo ser este vestido de lana de murcielagos, y ansi hera la color como dellos del vestido, que en Puerto Viejo y en Tumbez y sus comarcas ay gran cantidad dellos Pues acontescio vn dia que viniendose a quexar vn indio que vn espanol tomava vnos bestidos de Atabalipa, el marquez me mando fuesse yo a saver quien hera y llamar al espanol para castigallo.